A veces no sabemos lo fuerte que somos hasta que sucede algo que nos desmorona, nos hace llorar, patalear, coger el papel de justiciero, el de víctima, el de observador, y tras todo ello, volvemos a levantarnos.
Cuando estás en pleno meollo es difícil observar la fuerza de arranque, porque el tumulto hace que no se vislumbre la luz, pero ahí quedan esas semillas, bien plantadas, que ayudan a que un día mires en la distancia y digas: guau, gracias por intentarlo incluso en plena tormenta. A poquitos, no importa, gracias a eso estoy hoy aquí pudiendo mirar y sobretodo, vivir.
Permitir que ese motor de arranque se reactive.

Muchas gracias y feliz día!
Ojalá todos los seres seamos felices,
Ojalá cese nuestro sufrimiento y sus causas,
Podemos hacerlo!